El pasado jueves 11 de abril participé junto a
otros 150 mil estudiantes en la marcha por una educación pública,
gratuita y de calidad organizada por la CONFECH. Poco antes de finalizar
el acto en la Estación Mapocho -a la cual asistí con mi
pololo, una prima y un amigo- apareció repentinamente desde calle
Bandera un numeroso piquete de fuerzas especiales agrediendo a todo
manifestante que estuviera en su camino, como se puede apreciar en el
video captado por prensa OPAL:
http://www.youtube.com/watch?v=MUd6STzd6F0
Además de utilizar carros lanza-aguas y gas lacrimógeno, carabineros
disparaba balines de pintura; uno de ellos golpeó en el mentón a mi
prima causándole mucho dolor. Segundos después carabineros me disparó a
la cara. El impacto lo recibí en el lagrimal izquierdo, a milímetros
del globo ocular. Al momento del ataque y justo antes de caer, mi pololo
y otros participantes en la marcha (a quienes agradezco la ayuda) me
socorrieron y trasladaron hasta la Estación Mapocho, donde me
entregaron primeros auxilios un bombero y paramédicos del SAMU.
En ningún momento perdí el conocimiento, pero estaba muy asustada por el shock del impacto y por no saber si perdería el ojo.
Pese a los estudiantes heridos, carabineros no cesó la represión, por
lo que no podían trasladarme hacia el hospital El Salvador porque
seguían utilizando gases, lanza aguas y balines para reprimir la marcha.
La gente de la Estación Mapocho consiguió un auto para trasladarme a la
posta 3 ya que necesitaba atención médica. Pese a la urgencia, me
hicieron esperar 40 minutos en la sala de espera, donde encontramos a
Nicolás Fernández, presidente del centro de alumnos de mi Escuela, quien
nos facilitó los medios para ir a otro lugar. No pudimos ir al Hospital
El Salvador, pues nos advirtieron que no nos aceptarían sin una orden
de traslado, por lo que me llevaron a Clínica Santa María donde, al
contrario de la salud pública, me atendieron inmediatamente dando cuenta
una vez más de la violenta desigualdad en el sistema de salud. Luego de
ser revisada por enfermeros y médico general, me revisó un oftalmólogo
quien luego de varios exámenes descartó daños profundos. Me inyectaron
analgésicos por el intenso dolor de cabeza que tenía y me dieron de alta
con reposo hasta el próximo martes para ir a control y controlar
posibles secuelas.
Pese a ser víctima de la violencia
innecesaria de carabineros, tuve mejor fortuna que otros participantes:
después de salir de Urgencias, me enteré que habían muchos heridos,
entre ellos Enrique Eichin quien lamentablemente perdió su ojo al igual
que otro joven de 15años en la marcha del 28 de marzo.
Es
inaceptable que el Estado nos ataque de esta manera por exigir nuestro
derecho a una educación digna. Carabineros, cuyo trabajo se supone es
protegernos, nos agrede impunemente y el gobierno avala esta brutalidad
para no realizar los cambios que exigimos, por lo que me atrevo a
nombrar esta situación como terrorismo de estado.
A la
oligarquía de nuestro país, dueños de las riquezas que producen día a
día con su trabajo todos los chilenos, le espanta que la ciudadanía se
eduque, se informe y busque participar de las decisiones que afectan sus
propias vidas. Nos quieren asustar con su crimen legal y la
manipulación de la información a través de sus medios de comunicación
que adormecen día a día a la población. ¡Esa es la verdadera violencia!
En las calles no sólo se está luchando por la gratuidad sino que por un
cambio de paradigma en la educación que privilegie las potencialidades
individuales y no se centre en reproducir mano de obra.
Apelo a
que las autoridades se hagan cargo de las órdenes que dan para reprimir
al movimiento estudiantil: La estrategia de lanzar balines de pintura
ha sido presentada en los medios de comunicación como una forma de
"marcar" a los que, según ellos, generan destrozos en la vía pública.
Sin embargo, como ha quedado demostrado en la movilización del 28 de
marzo y la del 11 de abril, no es sino una nueva forma de represión
general, dirigida al movimiento en su conjunto. De lo contrario, no se
explica la "coincidencia" de que la gran mayoría de los disparos de la
policía se dirijan a la cabeza de los manifestantes, apuntando sin
criterio a "la masa" que participa de la movilización. Esta nueva
política represiva, que se centra en generar temor en los participantes y
que fuera "ensayada" en las movilizaciones sociales de Aysén del 2012,
por ejemplo (con el triste saldo de siete personas que perdieron la
vista), tiene una responsabilidad política, y esta recae en el Estado de
Chile".
Pido a los estudiantes conscientes que no cesemos
nuestros esfuerzos para que este país tenga de una vez por todas, la
educación que se merece y no la que el mercado nos vende.
Natalia Kamisato, Estudiante de Psicologia de la UDP.
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